lunes, 17 de enero de 2011

Cuento de Jorge

El señor de los colores

En un lugar muy lejano, en el que las personas vivían algo aisladas y la gente tenía que sobrevivir ayudándose unos a otros, había una casa que llamaba la atención por lo colorida que era.

En ella vivía una familia formada por un padre que se llamaba Tabinco y su hijo se llamaba Tabi.

La esposa y madre había fallecido hacia unos años.

Ambos hombres trabajaban ayudando a la gente a dar un poco de color a sus vidas con una máquina que habían inventado y que tenía la facultad de devolver y también dar color a las personas y a las cosas que por algún motivo lo habían perdido.

Todos los habitantes de ese lugar conocían a estos hombres, eran trabajadores bondadosos y ante las dificultades de la vida se mostraban positivos e intentaban buscar sin caer en desanimo; eso fue lo que dio lugar a la máquina.

Se había corrido la voz de la felicidad que tenia Tabinco para curar a las personas y arreglar las cosas que la gente le pedía. Desde todos los lugares del mundo, le llamaban el “Señor de los colores”, porque todo a su alrededor tenía mucho color y las bebidas que daba a las personas o el liquido para las cosas tenía color, aunque no sabían de la existencia de la máquina.

En una ocasión apareció ante la puerta de su casa una chica que, si bien parecía joven y hermosa, había perdido todo el color de su piel; eso hacía que se cubriera desde la cabeza a los pies con un gran manto.

Les pidió ayuda porque había oído que tenían una maquina que la podía curar y devolverla el color a su piel.

Les contó que un malvado brujo (hechicero) le había dado un brebaje que ella, pensando que era una bebida refrescante, había bebido, empalideciendo al instante. Este ser quería obtener los favores de Rayo de Sol, que así se llamaba la chica, y casarse con ella, pero como ésta no le hizo caso, la engañó e hizo lo que ya todos sabéis.

En ese momento no encontramos a Tabi para que colaborara con su padre Tabinco en preparar la máquina de colores para que produjera el remedio adecuado que devolviera el color a la chica.

Así fue, en cuanto Tabinco programó la máquina PERSONA-COLOR-PIEL, añadiéndole los ingredientes necesarios, ésta hizo la mezcla de la que salió un jugo muy sabroso; en el momento en el que la chica lo bebió, recuperó su color.

Al cabo de un rato Tabi volvió a casa y vio que Rayo de Sol había recuperado su color. Tabi se enamoró. A ella le ocurrió lo mismo.

¿Y qué ocurrió con el brujo?, os estaréis preguntando. Pues éste, no contento con el mal que había hecho a la chica, la estaba siguiendo y llegó también a la Casa de los Colores.

Avisados por Rayo de Sol decidieron dar un escarmiento al brujo y cuando él les pidió algo de beber le dieron un líquido que había fabricado la máquina y que hacía que le saliera un sarpullido de colores a quien lo tomaba, pero cuyo efecto se pasaba en unos pocos días.

Al verse así empezó a jurar y maldecir. Tabinco, Tabi y Rayo de Sol le dijeron que se le pasaría en cuanto dejara de hacer maldades. Y habiendo aprendido la lección se fue de allí con la promesa de tratar bien a las personas, arrepentido de lo que habia pasado.

Nuestros protagonistas vivieron felices y siguieron haciendo el bien con su máquina de colores.

Autor: El Profesor Layton.

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