Había una vez un señor que le llamaban el viejo de la ciudad, porque tenía muy mal carácter, un día estaba en su casa escribiendo cartas para su hija que se fue con su marido y hijos a vivir a otro país.
Mientras escribía cartas, el escribía preciosos poemas, un día recibió una carta de su hija diciéndole que el escribía preciosos poemas y que debería apuntarse a una academia.
Un día llamaron a la puerta el no se pensaba quien seria, quien llamo a la puerta era un pequeño niño que se había perdido.
Y el viejo del pueblo todas las noches le leía unas de sus poesías y el niño le encantaba y cada vez que se las contaban el niño siempre al final de las poesías se dormía.
Y pensaba el niño:
- De todos modos el viejo del pueblo no es tan malo y hace unas poesías espectaculares.
Cuando el niño se despertó el viejo ya estaba escribiendo las poesías para leérselas al niño y también escribirlas en la carta para su hija.
El niño quiso que el fuera su entrenador porque el quería ser poeta y le pregunto el niño:
¿Qué hay que hacer para ser poeta?
El contesto:
- Solo tienes que sentir las letras en tu corazón
El niño respondió:
Vale, maestro pero me seguiría encantando que tú serias mi maestro.
El contesto:
- Yo claro que seré tu maestro
Y dijo el niño:
- Yo no entiendo a la gente de fuera dicen que tu eres muy malo pero no es verdad yo creo que eres la mejor persona que ha existido.
Respondió el viejo:
- Muchas gracias por tu gratitud pero la gente si pensaran lo mismo que tu…
Y contesto el niño:
- Igual si te pueden tener respeto.
Y dijo el viejo:
- ¿Cómo lo vas a hacer?
Y contesto el niño:
- Tú déjamelo a mí.
Y dijo el viejo:
- Confió en ti.
De repente el niño abrió la puerta y llamo a toda la gente y se subió a una caja.
- Y dijo:
- Yo he estado viviendo con el viejo 1 mes y todos los días por las noches me lee unos preciosos poemas, ha sido una de las personas que ha hecho algo por mí, él para mi unas de las personas que me han querido como nadie yo creo que le deberías tratarle con cariño porque es un buen chico y debéis perdónale si os ha hecho algo.
Y poco a poco el niño se fue bajando de la caja y se fue donde el viejo.
Después de 2 semanas la gente fue entrando en la casa del viejo pidiéndole perdón por todo.
Y si podían leer sus poemas a sus hijos.
El viejo como buena persona les dijo:
- Yo claro que puedo leer mis poesías a sus niños.
Todos los señores y señoras dijeron:
- Sentimos haber pensado mal de ti lo sentimos mucho viejo.
El viejo contesto:
- ¿Por favor me podéis llamar Santiago?
- Es que es mi nombre ¿os importaría?.
La gente respondió:
- Vale Santiago.
De repente alguien llamo a la puerta y nadie sabía quién, era un reportero que venía a decirle que había leído sus poesías y que le gustaría que fuera con él para leerlas en público.
Y el contesto:
- Yo, claro que me gustaría ir a leer mis poesías.
Narrador:
Al final el viejo se hizo famoso y compro comida y todo para el pueblo donde vivía antes.
Firmado: Bob esponjana
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